Breña es el distrito que
acoge a La Catedral del Criollismo, una fortaleza que se resiste al paso del
tiempo, donde se reúnen amantes de la jarana de todas partes de Lima. Es
gracias a un grupo de viejos criollos que reviven las voces de Felipe Pinglo,
Pablo Casas, Manuel Acosta Ojeda, Las Limeñitas y los hermanos Áscuez, por
mencionar algunos cantantes y compositores de antaño; y que salvaguardan
expresiones musicales de la costa del Perú cada viernes por la noche.
La Catedral del Criollismo es una crónica que nos invita a
conocer las historias de jaranistas de la Guardia Vieja, quienes reclaman ser
oídos por ser parte importante de la peruanidad. Este primer libro de Luis
Cáceres Álvarez está lleno de episodios,
versos y canciones que demuestran que el criollismo sigue sonando y es
escuchado en una ciudad que se abre paso al siglo XXI. Luis Cáceres.
WENDOR
SALGADO, DESDE JOVEN (22 AÑOS), FUE EL GUITARRISTA PREFERIDO POR LOS VIEJOS Y
GRANDES CANTANTES CRIOLLOS PARA QUE LOS ACOMPAÑE.
Un grupo de amigos sexagenarios se reunía todos los miércoles en
el Centro Social Deportivo J.R. Vallejos Bozzo de Lince. Ellos no tenían idea
que desde el 5 de noviembre del 2004 celebrarían en otro templo para la canción
criolla. “¡Viva La Catedral del Criollismo!”, gritan con honra y convicción.
Pero, ¿cómo llegaron a eso? Un público enorme apareció a su alrededor porque
"tocaban bonito". No disfrutaban como antes. Así que el grupo
original le propuso a uno de los queridos guitarristas, Wendor Salgado Bedoya,
trasladarse a su casa para jaranear los viernes porque vivía solo. Lo hicieron.
Al principio sin nombre, solo tenían un día más para disfrutar y agrandar el
repertorio. Hasta que un compañero al observar la labor que realizaban exclamó:
"¡esto parece La Catedral del Criollismo!". El nombre pegó tanto que
las paredes, sus canciones y mentes no la dejan escapar.
El hogar y la explosión de júbilo, sabor y cultura del fin de
semana se ubica en la cuadra 11 del jirón Pariacoto, Chacra Colorada, Breña.
Camisa blanca, chaleco polar gris, gorra de jockey negra y pantalón del mismo
color: Wendor habla de su experiencia con los mayores exponentes del género, de
la nuevas formas musicales, de la innovación. A sus 73 años, él se denomina “un
guitarrista de barrio, guitarrista de callejón” que toca por propia
satisfacción. Jaranea porque le gusta jaranear. Como representante de la Vieja
Guardia del siglo XXI se encarga de investigar y recopilar un recóndito
repertorio de canciones del sentir popular.
“Hay una cantidad de compositores que no fueron conocidos porque
sus canciones no sonaron en radio. Eso tocamos”, dice.
Nació un 21 de mayo de 1941 en Barranca, pero a los dos meses lo
trajeron a Lima.
Vivía en la cuadra cuatro de Restauración, Breña. Estudió en el
colegio Mariano Melgar y sus primeras clases de guitarra fueron a los 12 años,
y aunque empezó como aficionado, su finísimo oído le valió ser el único que
tiene el honor de conservar temas especiales e inéditos, de antes que aparezca
Felipe Pinglo, otorgado por sus vivencias al lado de los legendarios hermanos
Augusto y Elías Ascuez.
Cuando los integrantes de La Catedral eran jóvenes tenían la
suerte de ir de barrio en barrio, desde Breña hasta La Victoria, paseándose por
el Rímac y Barrios Altos, lo que formaría un séquito de amigos con variopintos
estilos. Ahora la juventud no encuentra un lugar donde conocer tales ritmos.
“Por eso hicimos esto, pasan por aquí jóvenes compositores para aprender uno
que otro repertorio. Buscan una canción, la escuchan y si quieren entenderla
acuden a nosotros. Aportamos la letra y música, la atención ellos.
Nuestro mayor
anhelo es que no muera la música criolla. Mientras quieran aprender,
bienvenidos serán.
Así que enseñamos para que otras generaciones sigan”, comenta.
Una buena razón para continuar con el aporte a la peruanidad. Construye la
nación de viernes a viernes, de trino en trino, de canto a canto.
Existen cuatro sillas de madera, un sillón para tres personas,
dos sillones personales, cinco bancos de plástico y dos cajones: uno en sonido
constante y otro en silencio apartado.
Todo está alrededor de una pequeña mesa rectangular de vidrio
donde yacen el cenicero con los puchos Carnival o Marlboro a punto de apagarse,
y antiguas como sofisticadas grabadoras de audio: una de casete, dos a pila y
un par de Tascam. Varios vasos de vidrio, shots y un recipiente con papas
sancochadas diminutas y sin pelar al costado del ají se requieren antes,
durante y después de cada canción.
Cinco metros cuadrados de diversión.
En el sillón largo están sentados, con cigarro en mano, Fred
Rohner, investigador del Instituto de Etnomusicología de la Universidad
Católica del Perú, especialista en lírica y música popular limeña de los siglos
XIX y XX. A su derecha con un shot de Pisco en mano, el Director del Instituto
Francés de Estudios Andinos (IFEA) Gerárd Borras. Junto a Rohner publicó el
libro Montes y Manrique. Cien años de música peruana. También es autor del
libro: Lima, el vals y la canción criolla (1900-1936). Los investigadores
visitan para dialogar sobre el Criollismo, conocer nuevas voces y antiguas
canciones.
Esa es la mística del recinto.
El turno de cantar de Fred es evidente. Elige de su repertorio
una vieja conocida por los amigos titulada y dedicada al Amancaes de ayer de
Don Amador Rivera, vals interpretado por Jorge Pérez y Lucho Garland, Los
Troveros Criollos, en 1952. Jamás se publicó en CD.
Veinticuatro de junio, fiesta tradicional, se viste de gala la
Pampa de Amancaes; en ella está el recuerdo de la Lima que se fue, ¡los
muchachos de ahora, lo haremos renacer!, él con gestos de tristeza, nostalgia y
orgullo se funde con el ambiente eufórico y de pisco a su alrededor.
Lima es rica por la gran cantidad de tradiciones. Pero, la
fiesta de San Juan de Amancaes en la Pampa de Amancaes o en lo que hoy se
conoce como la urbanización El Bosque del Rímac resaltó por su forma, fondo y
400 años de duración. En sus comienzos, era toda una atracción visitarla para
merendar en una agradable dimensión verde junto al brote de numerosas flores
grandes y amarillas conocidas como Amancaes. Cada 24 de junio se celebraban los
concursos de música y bailes típicos.
Esta abría las puertas de oportunidades
para artistas de provincias que deseaban quedarse en la capital. Contó con el
apoyo del gobierno de Augusto Leguía hasta su caída en los años treinta. Los
asistentes disminuyeron con el pasar de los años por la ampliación y
diversificación de espacios para el consumo de música popular como los Coliseos
Folklóricos. Las últimas fiestas se realizaron a finales de 1950, época en que
las flores se extinguieron y en su lugar aparecieron numerosas barriadas. Solo
existen recuerdos que retumban gracias a la lírica criolla.
¡Orgullo del Perú, la música popular!, se escucha desde afuera
un contundente ¡Ajá! Los aplausos dentro aumentan su volumen y la alegría se
esparce por cada uno de los visitantes, en los valses y polcas nos dejaron su
saber: tonderos y marineras, fugas y resbalosas, tocadas en las guitarras por
los muchachos de ayer.
"La Catedral del Criollismo" abrió sus puertas el 5 de
noviembre del 2004 y desde entonces solo son interpretados temas de antes de
1940 y ninguna del ámbito comercial.
“Si ya lo comercial se escucha todos los días, las mismas
canciones, los mismo temas, por qué no darle espacio a infinidad de letras que
no salen. Esta es la mística de La Catedral. Todos hemos recopilado muchísimo
material”. Wendor lo instituyó.
“La mayoría de gente que desea aprender música criolla empieza
con lo que se grabó desde el año 60 hasta el 80 o 85. Entonces, su repertorio
se acorta”, señala el Patrón Criollo de Pariacoto. Agrega que a los niños,
tarde o temprano, deben enseñarles o por lo menos hacerles escuchar música
nacional.
“No quiere decir que no les guste otro género. Interiormente sabemos
que nuestra música es la criolla.
Si sucede lo contrario, perderían identidad.
No existiría el Criollismo”. La esperanza es lo último que se pierde.
Wendor no grabó un disco en su vida hasta hace 10 años en su
casa con colegas de rompe y raja.
Ahora existen más de 500 discos y en ellas se
ejecutan entre dieciocho a veinticinco canciones.
No es técnica, sino
sentimiento. Su deseo es que entre a dominio público todas las grabaciones que
posee como muestra de fervor nacional y constructor de identidad porque al
cantar cada quien entrega parte de sus vivencias. En la actualidad,
“Es muy poco lo que se produce. Todo lo que grabaron en esos
años se escucha ahora. Uniformizan la manera de tocar. Anteriormente, en cada
barrio existía un estilo diferente.
Me gustaba ir a todos. Tenía la suerte de pertenecer a esos
círculos”, explica Wendor, el guardián del Criollismo, mientras sostiene su
guitarra favorita y fiel compañera, La Sandunguera, imitando a guitarristas
antiguos, a los grandes. Lamula.pe.
LA
CARTELERA, Programa Cultural lo tendrá informado acerca de las diferentes
presentaciones artísticas como conciertos, teatro, conferencias, presentaciones
de libros, entrevistas, turismo, gastronomía, entre otras.
Muy amables
por sintonizarnos.
Mag. Carlos
Hernando Castro
La Cartelera
OTV al Día, Programa Cultural
Procultura
Siglo XXI
Director
960541339
Email: lacarteleraprogramacultural@gmail.com
¡¡¡FOMENTANDO
UNA CULTURA DE PAZ EN UN MUNDO GLOBALIZADO!!!
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